27 de septiembre de 2025

El duelo más duro de mi vida



En el proceso de duelo, me encuentro con términos como "dejar ir", "soltar", "despedirse", que nos indican que algo ha llegado a su fin. Es algo que no tiene sentido a estas alturas, al menos para mí.

¿Realmente el amor puede tener un final? Cuando existe un amor profundo, ese vínculo no termina con la muerte ni con la ausencia física del ser querido.

El amor, en su forma más pura, es un lazo que va más allá de las palabras, de las despedidas y de los momentos. Es un lenguaje silencioso que trasciende el tiempo y la distancia.

Lo que se pierde en el plano físico no es el alma, ni la esencia de quien amamos. El amor se transforma. En la muerte no termina la relación, solo cambia de forma.

El alma, esa parte inmaterial, eterna e indivisible de quien amamos, nunca se aleja. Permanece conectada con nosotros, a través de los recuerdos, de los momentos vividos, de la energía que compartimos. En este sentido, el duelo no es un proceso de pérdida, sino de reintegración.

Nevado es el amor de mi vida, su alma, su esencia, está cada día a mi lado, guiándome, mostrándome el camino a través de señales con gestos de amor constantes.

Sigo haciendo cosas con él, pero de otro modo. Lo cuido, me cuida, nos cuidamos.

En lugar de "despedirse", quizás deberíamos aprender a "acoger" e "integrar". Honrar la presencia del alma que se ha transformado.

Aquello que amamos, en su forma más pura y espiritual, nunca nos abandona, sino que sigue acompañándonos en el flujo constante de la existencia.

El amor, desde una perspectiva más espiritual, no está limitado a lo físico. No se trata de que el cuerpo se haya ido, sino de que el espíritu sigue ahí, en cada latido del corazón, en cada pensamiento profundo, en cada señal sutil que percibimos.

Ese vínculo amoroso, invisible e inquebrantable, es eterno. No podemos "soltar" lo que nunca se ha ido. El alma de quien amamos permanece, y nuestra conexión con ella sigue viva.

El amor no se suelta. Este proceso es un aprendizaje de vivir con esa energía, de caminar con ella a nuestro lado, de abrazar el hecho de que, en otro plano, esa alma sigue viva.

Mi querido Nevado está conmigo, está presente en todo lo que hago. Esas señales sutiles de amor, ese canal que nos une será eterno gracias al vínculo y al amor que compartimos.

Protege tu duelo, que nadie te haga dudar de lo que sientes. Solo tú sabes el amor que compartes con ese ser querido. Rodéate de gente que te entienda, que te apoye y no se aproveche de tu dolor, que lamentablemente hay mucha.

Céntrate en ti y en ese proceso tan sagrado e importante. Te lo mereces y tu ser querido también.

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