Las cosas seguían bien por casa, me iba acostumbrando a la vida agradable a pesar de ser abandonado, maltratado, y demás vejaciones que prefiero ir apartando de mis pensamientos.
Había recuperado la confianza en los humanos gracias a mi mami que siempre me suele decir que somos los más nobles del mundo, y acabamos confiando en la gente a pesar de todo.
Había recuperado la confianza en los humanos gracias a mi mami que siempre me suele decir que somos los más nobles del mundo, y acabamos confiando en la gente a pesar de todo.
La aventura de vivir con Lola
Si había una cosa que me gustaba mucho de mamá era su amor hacía los peludos. Tenía otra peque que era mayor, y yo la adoraba. Siempre andaba detrás de ella para jugar, pero la diferencia de edad se notaba.
A ella le apatecía dormir y a mi juguetear. Era normal, tenía unos 12 o 13 años cuando la conocí y yo menos de 1 así que la consideraba mi hermana mayor.
Mi madre la había recogido hacía algunos años de Cádiz. Como a mí, la habían abandonado, y no una vez, sino dos, la primera la recogió una señora por llamarla de alguna forma, y la volvió a dejar en la calle. Después una asociación decidió poner anuncios en internet y así fue como llegó a casa.
Se enamoró de Lola, que así se llamaba, y decidió adoptarla.
A ella le apatecía dormir y a mi juguetear. Era normal, tenía unos 12 o 13 años cuando la conocí y yo menos de 1 así que la consideraba mi hermana mayor.
Mi madre la había recogido hacía algunos años de Cádiz. Como a mí, la habían abandonado, y no una vez, sino dos, la primera la recogió una señora por llamarla de alguna forma, y la volvió a dejar en la calle. Después una asociación decidió poner anuncios en internet y así fue como llegó a casa.
Se enamoró de Lola, que así se llamaba, y decidió adoptarla.
Los perros mayores merecen una oportunidad
Los perros mayores merecen una oportunidad
En aquella época, Lola, tenía unos 9 o 10 años pero eso no le importó a mi madre que dice que los perros ancianos son los más agradecidos.
Cuando llegan a esa edad necesitan el mismo cariño, o incluso más,así que mi hermana llegó desde Cádiz a Madrid ya que mi mamá vivía allí hasta que se trasladaron de forma definitiva a un pueblo de Albacete.
Así es como conocí a la que consideraba mi hermana mayor, y aunque tuve poco tiempo para disfrutarla, apenas un año, viví grandes momentos con ella. Sé que mi madre lo pasó muy mal cuando falleció, recuerdo verla tan triste en el sofá sin moverse, sin salir, y aunque ella no se daba cuenta le había dado los mejores años de su vida, y a mi la oportunidad de conocerla.
Adoptar a un perro anciano es una experiencia maravillosa, lo sé porque lo viví junto a mi mamá, y ya estaba cuando yo llegué, es algo que todo el mundo debería de hacer, no fijarse en la edad, la raza, o la apariencia, sino en el amor que podemos dar, y los perros ancianos lo dan con creces.
La vejez nos llega a todos y seguro que para entonces queremos estar cuidados y acompañados para ser igual, o más felices.
Os prometo más historias pronto.
Un abrazo.
🐶🙍♀