Uno de los días más felices que recuerdo es mi primera visita a la playa. Hasta ese momento no había pisado los suaves montículos de arena, ni siquiera había olido de cerca la deliciosa brisa marina y ese día disfruté de lo lindo.
Llegamos en coche. Tengo que decir que no me entusiasma demasiado este medio de transporte aunque mi madre tiene algunos trucos que alivian mi malestar durante el trayecto.
Feliz como una perdiz
Poco a poco fui acercándome a la arena, notaba como mi patita se hundía. Cálida y blanda, me gustaba la sensación nueva que me transmitía la arena. Empecé a correr, me sentía pleno, todo era tan nuevo para mi.
Estuve correteando y acercándome al agua sin cesar, mi madre me gritaba de vez en cuando para que no me alejase demasiado, estaba feliz de poder disfrutar de aquel momento.
A nosotros también nos gusta poder acercarnos a las costas con nuestros papis. Teniendo precaución y la higiene adecuada, puede hacerse realidad. Por ello, es importante habilitar zonas donde podamos disfrutar de estos momentos.
Os paso un enlace donde podréis localizar las playas que admiten animales: aquí tendréis más información sobre ello.
Hasta la próxima aventura.
Un abrazo.
Hasta la próxima aventura.
Un abrazo.