8 de octubre de 2017

Tengo un hermanito nuevo. ¿Y ahora qué pasará conmigo?

Hasta ahora siempre había convivido con mi mamá y con otros perros que habían pasado algunos días de acogida, pero esto era diferente. Se avecinaba un gran cambio en mi vida. 

En febrero de 2015 recibo la noticia, aunque yo ya lo había olisqueado, que mamá estaba embarazada. ¿Qué pasará a partir de ahora? 

Mucha gente cuando tiene bebés se olvida de sus amigos con los que ha compartido tanto tiempo de sus vidas. Los ven como un obstáculo, como una obligación y pasamos a un segundo plano o casi peor, a ser abandonados. Además, no solo eso, también mi enfermedad se podía ver repercutida, ya que los cambios emocionales me afectan.




Estaba muy apegado a ella durante el embarazo, como siempre, la verdad. Ella me contó la noticia muy calmada, además me prometió desde el primer momento que sería partícipe en todo, nunca cambiaría nada.

Tampoco sabía lo que me iba a encontrar. La notaba con más pancita cuando me aproximaba a ella. Recuerdo que me acurrucaba cerca de su barriguita, así fue como empezamos esta maravillosa unión entre mamá, el peque (mi hermanito) y yo. 

¡Ya llega el bebé!


Los nueve meses no se cumplieron, tenía prisa por salir antes por lo que todo fue inesperado. Mi madre había planificado meses antes como debían de ser mis cuidados durante esos días.

Iba a preparar mis raciones de comida en bolsas pequeñas, el horario de mis salidas, mis paseos, todo lo mejor que pudiera para que no notase demasiado el cambio y su ausencia esos días. 

Mi tía iba a cuidarme junto con mi abuela, pero de repente una tarde imprevista, casi dos meses antes la cosa se puso fea. Estábamos tranquilamente echados en la cama, viendo un partido de tenis mientras el bebe se movía a sus anchas dentro de la barriguita que todo se disparó.



Mi madre se alteró y comenzó a prepararme las bolsas de comida, me explicó que tenía que irse rápido, pero que volvería, no sin antes abrazarme sin parar y darme besos. Dentro de mi le desee suerte, la echaría de menos mucho.


Pasé unos días tan raros, la extrañaba mucho. Estaba muy bien cuidado porque mi tía me paseaba, la amiga de mamá me daba de comer, mi tío me visitaba, mi abuelo también y el segundo día apareció mi abuela que me contó que había tenido un pequeño hermanito. Todos me cuidaron, pero la espera era triste sin ella. 

Casi cuatro días después apareció mi madre. ¡Menuda sorpresa! Fue una maravilla volver a verla y encima traía al bebé. Me empezó a besar, a abrazar, a acariciar, momentos mágicos. Lo primero que hizo fue acercarnos para que pudiera olerlo, fue raro porque estaba ansioso, excitado, era todo tan nuevo. 





Los días previos me habían traído desde el hospital prendas para que fuera acostumbrándome a su olor. Me acercaba poco a poco, me asustaba oirlo llorar, de hecho a veces aullaba porque pensaba que le pasaba algo. Fue un maravilloso momento. 

Nuestra vida con mi nuevo hermanito en casa


Lo que más me costó al inicio fueron sus llantos. Mi madre durante el embarazo me ponía algún vídeo de niños llorando para que me fuese acostumbrando, aun así fue raro. Al principio era más calmado, pero conforme iba creciendo sus lloros eran más fuertes, eso me ponía nervioso. 

Más gente en casa también era extraño, eso sí, mi madre se preocupaba porque todos me atendiesen a mi también aunque el recién llegado fuese el objetivo de todas las miradas. 

Fue un proceso de adaptación donde ella estuvo atenta en todo momento, a pesar de lo que conlleva la llegada de un bebé, no me sentí desplazado.  Fui poco a poco encontrando mi lugar. En todo momento estaba con ellos, mi cama estaba junto a la cuna, me lo acercaba para que ambos nos adaptásemos.

Cuando el niño empezó a fijarse en los colores, notaba que me miraba. Pensé entonces que tenía que ser un hermano mayor responsable, ahora tenía un pequeño bebé aprendiendo de mi. 

Ya han pasado dos años de aquello, hoy puedo decir que se ha convertido en un amigo inseparable de juegos, un hermano con el que disfruto cada día. Además, el comparte sus cosas gracias a esta infancia creciendo con el respeto hacia los animales. Cada día jugamos y corremos juntos por la casa, mi madre nos pasea juntos y cuando no quiere jugar le ladro para que me haga caso y me de mis muñecos.


También me busca cuando estoy durmiendo la siesta y él tiene ganas de diversión. Nos hemos convertido en dos hermanitos felices creciendo juntos. Nuestra madre siempre dice que es el deseo hecho realidad que más feliz le ha hecho, vernos juntos. 

Eso sí, me ha cambiado ligeramente el nombre, me llama Vabo. Tengo que tener paciencia, espero que poco a poco se aclare con mi nombre. 

Hoy puedo decir que mi madre cumplió su promesa y nada cambio. Es más, me siento totalmente involucrado y nunca he tenido miedo a que esta situación a sentirme rechazado o cambiase mi destino siendo abandonado. 

¿Por qué deberían crecer los niños con un animal? 


Muchos son los beneficios de tener un perro casa para los más pequeños y que crezcan junto a él. Compartir la vida con un animal ayuda a los niños a desarrollar su sentido de la responsabilidad, respeto por la naturaleza, empatía, tolerancia y rechazo hacia el maltrato animal, algo tan usual lamentablemente en nuestro país. Además, se refuerza su sistema inmunológico y sin niños más equilibrados. 

Eso sí, hay que inculcarles desde pequeños a los niños el cuidado y la responsabilidad hacia los animales para que no sean caprichos sino lo que son, seres vivos que merecen todo el respeto y el amor del mundo. 

Si has tenido una experiencia similar puedes compartirla conmigo. Será un placer saber que aparte de mi hay muchos compis felices en familia.

Un abrazo

🐶🙍‍♀

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